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El pasatiempo en el que ahora se entretiene la mayor parte de la nación, ya no es el fútbol, ni siquiera la hazaña de Rafa Nadal en la Davis o el traspaso de Gasol de los Lakers a otro equipo de la NBA, nada de eso, no se equivoquen, el nuevo deporte nacional podría llamarse algo así como "Ataque a Andalucía".

Durante años los andaluces hemos aguantando con paciencia e incluso con humor que se nos ridiculice en las series de televisión (en las que a menudo se nos pone de incultos o en puestos de trabajo de poca relevancia), que se nos identifique con palabras como "Ozú", "miarma", "pisha", etc o que se nos relaciones con tópicos como que sólo queremos estar de fiesta o que hacemos todo lo posible por escaquearnos de cualquier tarea o cuestión que suponga algún tipo de trabajo o esfuerzo.

Pero en los últimos tiempos, en los últimos meses, el ataque a nuestra comunidad autónoma y la personalidad y forma de ser de los andaluces se ha recrudecido. Comentarios como los vertidos por los el presidente de Cataluña en su momento y el "señor" Martínez de Irujo más recientemente, son los ejemplos más claro del acoso y derribo hacia Andalucía y los andaluces.

No soy yo precisamente el adalid del andalucismo, pero estoy orgulloso de la tierra en la que nací y en la que vivo. Por eso digo que si por compartir raíces con los versos de Machado soy un vago, me encanta serlo. Si por ver los mismos colores que en tenían en su paleta Velázquez o Murillo soy un paleto, lo soy con mucho orgullo. Si por sentirme paisano de Daoíz, Lorca, Juan Ramón, Picasso, Becquer, Aleixandre, Falla, Turina, si por haber nacido en una tierra en la que el sol y el buen tiempo son una constante, en la que el azahar abarrota las calles en cuanto llega la primavera, en la que tenemos desierto y nieve, en la que dejaron su huella tartessos, fenicios, romanos, árabes... si por todo esto tenemos que seguir siendo blanco de los ataques y las envidias de los demás, seguid atacando que yo me sigo quedando con mi tierra.